2018-07-05

Semáforo

De Relatos de Vigilia

Veníamos regresando después de ver una exposición en el Museo de antropología y también de ver las fotografías que ponen en la reja del parque de Chapultepec sobre Av. Reforma, era un sábado soleado como a la una de la tarde y Ana iba a comer con su familia.  Yo manejaba tranquilo el auto que me había prestado mi abuelo cuando nos acercábamos al semáforo de Av. Masaryk antes de ingresar al periférico dirección norte.

Se prende el alto del semáforo y nos detenemos.

Un niño descalzo de unos 8 años se acerca al lado del copiloto y Ana baja la ventana, el niño con cara de tristeza y una voz aguda pero fingida, le dice:

 –¿Me da para un pan?
 –¿Por qué hablas así? Le contesté desde el lugar del conductor, ¿nos quieres dar lástima?

La cara del niño rápidamente cambió y ahora con su voz normal contestó:

 –No
 –Ah menos mal. Le digo, ¿dónde están tus zapatos?
 –Detrás de esa columna. Responde señalando el puente pero ya con un tono tranquilo y cantarín.
 –¿Por qué no te los pones?
 –Mis papás me los quitan para pedir, y ahí los guardan.
 –Ah ok, Oye y ¿vas a la escuela?
 –Sip.
 –¡Muy bien!, ¿Cómo te llamas?
 –Carlos
 –¡Qué coincidencia somos tocayos! le respondo, y Ana ríe.

En ese momento viendo a este niño recargado en la ventana de Ana un ligero escalofrío recorrió mi espalda y cuello. Lo veo fijamente y sin ninguna razón le pregunto:

 –Oye Carlos y ¿cuándo es tu cumpleaños?
 –24 de septiembre

Ana inmediatamente deja de sonreír y se queda mirándome atónita.

Se prende el siga del semáforo y comenzamos a avanzar.

 –¿Por qué le preguntaste eso?
 –No lo sé. Respondí.
 –Pero, ¿siempre le preguntas esto a gente en la calle?
 –Nunca lo había hecho antes.

El resto del camino a su casa transcurrió en silencio. Bajó del auto y despidiéndose me dijo

 –Qué raro, ¿no?
Asentí con la cabeza sin quitar la mirada de sus ojos.

24 de septiembre es también mi cumpleaños y por alguna coincidencia que no se ha repetido, decidí preguntarle a ese niño ese dato específico.  Tanto Ana como yo estábamos impresionados, me queda claro que México es un país de contrastes fuertes pero ese sábado conocí a una persona con mi nombre y mi cumpleaños pero que estaba en una situación de vida opuesta a la mía en el espectro socioeconómico. ¿Qué tanto es sólo suerte que seamos lo que somos o que estemos donde estamos?  Después de dejar a Ana en su casa regresé al semáforo, había comprado una hamburguesa en el Mc’Donalds que estaba ahí al lado.

 –¡Carlos! Le grité, ¡Ven!

Carlos llegó corriendo ahora de mi lado del auto.

 –¿Tienes hambre?
 –Sí
 –Ten, ¡que no te la quiten tus papás!

Sin responder, Carlos tomo la hamburguesa y corrió para sentarse detrás de una de las columnas del puente.

Se prende el siga del semáforo y comienzo a avanzar.




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